Te invitamos a participar de la gracia de dar para que el Evangelio siga creciendo hasta lo último de la tierra.
Como bien sabemos la Iglesia de Cristo se compone por todos los santos. Todos los santos constituimos la Iglesia como piedras vivas (1 Pedro 2:5).
Los que vivimos en el nuevo pacto recibimos de Dios su naturaleza que es GENEROSA. Nuestro Papá no es mezquino ni tacaño sino que todo lo da en abundancia ya que él no tiene escasez.
Miremos a Papá creando un mundo para que vivamos en él. Plantando un huerto para que sea nuestro hogar. Una vez que nos equivocamos fué el mismo Dios quien DIO a su único hijo sin reproches para nuestra redención. Construyó una ciudad celestial para darnos un lugar para vivir con él… podríamos pasar el resto de nuestras vidas viendo las dádivas de un Padre generoso.
Si vemos los primeros Cristianos vamos a ver como todos vendían sus posesiones para el avance del Evangelio.
En la segunda carta a los Corintios el Apóstol los anima a dar como hayan propuesto en sus corazones. Les dice que no den con tristeza ni por necesidad. Pablo sabe que cuando hemos nacido de nuevo todo lo que tenemos es administrado para que el Evangelio no deje de correr hasta llenarlo todo.
En el capítulo 8 de la misma carta Pablo les cuenta a los hermanos como los santos de Macedonia le “rogaban” participar del servicio a los santos dando más allá de sus fuerzas.
En esta oportunidad no estamos intentando convencer a nadie a dar algo a cambio de algún beneficio Divino, muy por el contrario, estamos convocando a aquellos que son nacidos de nuevo y que tienen una naturaleza generosa a participar de una labor que, aunque parece temporal, da fruto para vida eterna.